sábado, 9 de mayo de 2015

Mamá y miedo empiezan con M

A los dos años ya somos mamás de nuestras muñecas y pareciera que al momento de nacer, por el solo hecho de ser mujeres venimos con una cuenta regresiva que termina con el gran momento en que nos transformamos en madres. "Cuándo seas mamá entenderás cuánto te quiero", me decía la Lily, mi mamá o esos "Cualquier  cosa es menos importante que verlos un ratito al día y que me cuenten algo"  nos decía el Beto, mi papi, esos días que recién separados con mi mamá hacía lo que fuese por pasar a vernos un rato.
Que los días fértiles son entre el 9 y el 15 del ciclo menstrual, que ya no se usa eso de comer por dos en el embarazo, que las tetas duelen horrores en la lactancia (sobre todo sí tienes entuertos), que la lactancia es únicamente beneficios. Me enseñaron a sacar chanchos, a cómo acostarlos si tienen reflujo, a qué hacer si tienen una pataleta en el pasillo de los dulces del Jumbo. A evaluar entre Waldorf, Montessori, o educación tradicional. A trabajar herramientas de autoestima y a definirles límites con la tecnología. A cómo fomentarles el deporte y la cultura de autodefensa. Me enseñaron muchos tips, me dieron muchos datos, pero nunca nadie me preguntó sí quería sentir miedo. Peor aún, nadie me preparó para vivirlo. El miedo real, el profundo ese que te enfrenta únicamente a la impotencia. 
Ese miedo, esos días, esa vida es la que me deja en las botas de los susceptibles, quizás de los vistos debilitados, pero me la banco. Me la banco agradeciendo a Dios y a la vida porque estar de este lado del miedo me hace feliz. Un miedo vencido que me hizo libre. Un miedo horrendo que me llevó a la más lindas de las libertades. La de no tener miedos. No temer a lo que antes me paralizaba y me hacía esclava de entré otras cosas, de ustedes. Igual envidió tus miedos. ¡No creas que no! Los envidio hasta que repasó cada capítulo al que le he puesto el pecho y me creó la raja. Repaso mi historia y le sonrío a mi caos. 
Hoy abrazo con el alma a todas las mamás que están sintiendo miedo y a las que por alguna razón han mirado la maternidad desde ese puta oscuridad.
¡Feliz día!

martes, 3 de febrero de 2015

4 de febrero + otros 364 días contra el Cáncer

Alguien que quiero mucho un día me preguntó si había visto la película Bajo la Misma Estrella, "- Sí hay algo peor que tener cáncer, es tener un hijo con cáncer- Esa frase me hizo acordar mucho a ti, Carol". 
Cáncer diagnosticado no he tenido, pero ¿Cuántas patadas le pegué a las paredes porque esas putas células no las tenía yo? Cuanto pude pedirle a Dios que el Seba me traspasara sus dolores, sus penas, sus miedos a mi, que soy grande, que soy la mamá, la responsable de que él esté bien. Porque igual tuve cáncer. Tuve el cáncer del Seba. También me enfermé. Porque elegí enfermarme con y para él. Me dio cáncer un poco, porque no me pareció justo que el tenga y yo no. Que él tenga que perder su pelo y yo no. Que él tenga que ver debilitarse sus músculos y yo no. Que él haya tenido que interrumpir su vida, su diversión, su infancia y yo no congelar la mía y estar a su altura. Que él haya tenido que crecer y hacerse grande a los 6 me obligaba  a tener cáncer también. 
Me acuerdo que mientras el Seba estaba en tratamiento con quimios fuertes había una mamá con un niñito de unos 3 ó 4 años, Vicente creo que  se llamaba porque en algunas oportunidades las enfermeras se confundían de mamaderas y nos traían a nosotros la leche de él. Mamá e hijo llegaban juntos a las quimios, los dos peladitos, con sus cabezas brillantes tapadas. Ella con pañuelo, él con gorro de Cars. Y yo la miraba y sentía envidia. Sentía que ella estaba siendo todo lo mamá apañadora que yo debía ser. "Me enfermé de la pena, Carol. Eso creo" Cuando me lo dijo dejé de culparme y abracé a mi pena y le agradecí no manifestarse así. Negocié todos estos años con mi pena. Nos hicimos amigas y vamos juntas. No se abandona una pena, se hace parte. 
Si bien nunca he recibido quimios ni he visto un reembolso de isapre que incluya mi nombre y el diagnóstico de cáncer no tengo duda que esa frase, de ese guión, de esa película tiene más lógica que un Baldor y más verdad que Torá y La Biblia juntas.
Los hijos no tienen cáncer  solos. Urge #licenciaparacuidar